sábado, 5 de noviembre de 2011

NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS

Ramón Gómez de la Serna
La generación del 14, también conocida como Novecentismo, designa a un grupo de autores españoles que, cronológicamente, se encuentran entre el Modernismo, la Generación del 98 y la Generación del 27. Su objetivo principal es renovar estéticamente la literatura y el arte de la época, acercándolo a un estilo más moderno, propio del siglo XX. Los escritores pertenecientes a este grupo generacional abordaron diferentes aspectos del saber, sin ceñirse exclusivamente al ámbito literario.
Estos escritores comparten ciertos rasgos que van más allá de lo literario y afectan a las circunstancias sociales y políticas que rodean la creación.  Estos rasgos pueden resumirse así:
  • Apoyan medidas concretas para transformar la sociedad rechazando métodos de etapas anteriores. Ideas políticas liberales, con amplitud de miras y apertura a las influencias externas.

  • Defienden la influencia que Europa puede ejercer en un país como España, anclado en el pasado, y sienten el país como parte del continente.

  • Relacionada con el ámbito literario, está la búsqueda de la obra bella y del arte puro. Se alejan del sentimentalismo noventayochista y  buscan una mayor objetividad.

  • Adoptan los logros conseguidos por otros movimientos anteriores como el Modernismo y la Generación del 98: ritmo, musicalidad, tratamiento profundo de determinados temas.

  • Lenguaje eficaz, lleno de pulcritud y de recursos expresivos.
Aunque en esta generación tienen una función esencial ensayistas como Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Eugenio D'Ors, son los novelistas los que le dan quizás un sello más literario. La novela novecentista es de una gran depuración literaria e intelectualización que marca el camino hacia la ruptura de las vanguardias. Dos nombres son los que destacan: Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. El primero combina modernismo y actitud intelectual en obras como Belarmino y Apolonio o Tigre Juan. Las disquisiciones de tipo moral y psicológico invaden la acción de sus novelas. El segundo es un continuador de la estilización modernista hasta el punto de pretender convertir las sensaciones en arte de la palabra, en recreación o transmisión incansable de las vivencias. Destacan su lenguaje riquísimo y su capacidad para captar la luz, el color, los aromas, sonidos y sabores en obras como Las cerezas del cementerio y Nuestro padre San Daniel.

Entre los autores de esta generación destaca por su vocación poética y brillantez Juan Ramón Jiménez. En realidad es un autor inclasificable que después de sus comienzos modernistas, se dedicó a la poesía con una entrega que va más allá de lo concebible y que da frutos tan peculiares y bellos como Diario de un poeta recién casado, escrito en 1916 con motivo de su viaje a Nueva York tras su boda. Fecha la de 1916 que supone el comienzo de una nueva etapa que dará otros libros: Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1923) en los que J.R.J. se propone eliminar todo lo anecdótico para dejar paso al concepto y la emoción de una poesía que es breve y densa. Posteriormente, ya en la década de los 40, la poesía de Juan Ramón se sumerge en un misticismo extraño de profunda expresión y acendrado espiritualismo (La estación total, Animal de fondo).

Ramón Gómez de la Serna pertenece también a esta generación, aunque su vinculación es mayor con los escritores vanguardistas y los poetas del 27, de quienes es otro maestro cercano (como J.R.J.). Autor que cultivó todos los géneros de una forma muy personal, pues en todos ellos encontramos el fragmentarismo y el humor de sus greguerías: metáforas ingeniosas y vanguardistas por las que es más conocido, así como lo es por ser el verdadero promotor de las vanguardias en nuestro país. Es en la revista que dirigía Gómez de la Serna (Prometeo) donde se publicó en 1910 un manifiesto futurista, y en sus tertulias en el Café Pombo se comentarán este y otros movimientos de vanguardia.
Otras dos revistas abrirán sus páginas a los vanguardismos: Revista de Occidente  fundada por Ortega y Gasset en 1923, y La Gaceta Literaria fundada por Ernesto Giménez Caballero  y Gillermo de Torre en 1927. Al mismo tiempo, dos años después de la fundación de su revista, Ortega publica La deshumanización del arte, que pretende hacer un diagnóstico del arte nuevo. Ortega señala el carácter minoritario de un arte donde lo "humano" está suprimido en favor de lo estrictamente formal y del juego creador. 
En el vanguardismo español pueden distinguirse dos momentos: en el primero (hasta 1930) predomina el juego, el optimismo, la exaltación de la modernidad (la velocidad, los deportes, el cine...); a partir de 1930, o antes incluso, se observa cierto desengaño, un cierto pesimismo y hasta angustia por los efectos "deshumanizantes" de la civilización moderna. 
El Futurismo no formó escuela en España a pesar de los intentos de Gómez de la Serna, pero aparece de forma esporádica en poemas de algunos poetas de la Generación del 27 (Pedro salinas escribe a la bombilla eléctrica o a la máquina de escribir y Alberti canta a un famoso portero de fútbol de la época). 
El Ultraísmo contiene elementos del Futurismo, del Dadaísmo y también del Cubismo. Con el primero comparte los temas, con el último ciertas innovaciones tipográficas, como el caligrama.
El Creacionismo se proponía alejar la poesía de la realidad para "crear" una realidad nueva. Fue iniciado en París por el francés Pierre Reverdy y el chileno Vicente Huidobro. El poeta Gerardo Diego aclimató el Creacionismo entre nosotros.
El Surrealismo fue el movimiento de vanguardia que más profunda huella dejó en España. Juan Larrea (1895) fue nuestro poeta más plenamente surrealista. Vivió en París y escribió tanto en francés como en español,  después de la guerra se marchó a Méjico. Sus poemas revelan una enorme capacidad creadora. Versión celeste es quizás su libro más conocido. Pero el Surrealismo debe su éxito entre nosotros principalmente a la aceptación que tuvo entre los poetas del 27. A su influjo se deben libros tan importantes como Sobre los ángeles de Alberti o Poeta en nueva York de Lorca. El autor que alcanza mayor altura dentro del surrealismo europeo será Vicente Aleixandre.