La narrativa hispanoamericana ha sido espléndida, sobre todo a partir de 1940 y hasta 1980 (y también después). A partir de esa fecha (1940), los grandes creadores buscarán nuevos temas y técnicas, destacando entre las novedades un mayor interés por el mundo urbano y una mayor complejidad a la hora de indagar en los problemas del hombre.
Se distinguen en ella varias etapas: a) hasta 1940-45, en que pervive el realismo tradicional, muy costumbrista, que reproduce un mundo rural y retrata tipos muy esquemáticos; b) el realismo renovador o narradores de vanguardia; c) el boom de la novela hispanoamericana; d) la narrativa después del boom.
Se distinguen en ella varias etapas: a) hasta 1940-45, en que pervive el realismo tradicional, muy costumbrista, que reproduce un mundo rural y retrata tipos muy esquemáticos; b) el realismo renovador o narradores de vanguardia; c) el boom de la novela hispanoamericana; d) la narrativa después del boom.
1. El realismo renovador de los años 40 y 50.
Dentro de este tipo de novela, que se centra en la realidad del hombre contemporánero y se hace más intelectual y compleja en sus formas y en su contenido con la intención de reflejar una angustia metafísica a la que el ser está destinado, se pueden encontrar una serie de caracteres comunes: denuncia crítica de la situación política y social, apertura al espacio urbano aunque se mantiene el interés por el rural, mayor preocupación formal que busca la innovación de técnicas, presencia de elementos irracionales y subjetivos.
Los escritores más destacados son Alejo Carpentier (El siglo de las luces, plantea la revolución francesa en las Antillas mezclando realidad y ficción); Borges (en libros como Ficciones o el Aleph indaga en abstracciones como la unidad y pluralidad del hombre, el tiempo, la eternidad, etc.); Juan Rulfo (El llano en llamas, Pedro Páramo) han sido suficientes para dar una visión irrepetible del mundo, una manera sobresaliente de contar y de combinar la denuncia con el mito y la magia.
2. El boom hispanoamericano.
Entre 1960 y 1980 puede hablarse de un florecimiento espectacular de la narrativa hispanoamericana y es ésta la que influye, con su renovación temática y técnica, en la española. El boom es a la vez un fenómeno literario, pues los escritores integran las influencias que habían ido asimilando, tales como el realismo mágico, el surrealismo, etc., y un fenómeno sociológico, pues se produce una difusión internacional de la narrativa hispanoamericana.
Los narradores de estos años se inclinan por dos opciones: el realismo mágico o la experimentación. En general, podemos distinguir los siguientes rasgos: mayor interés por el medio urbano, se consolida el realismo mágico, renovación y experimentación formal y técnica y tendencia a la narración textual y discursiva con experimentación del lenguaje.
Los novelistas más representativos son: Julio Cortázar (es, con Borges, el renovador del cuento, se inclinó por el relato fantástico partiendo de anécdotas insólitas de la vida cotidiana. Rayuela es una novela compleja de capítulos intercambiables y varios niveles de lectura); Juan Carlos Onetti (presenta un mundo subjetivo lleno de obsesiones y de personajes al borde del tormento, es una meditación amarga y pesimista sobre la existencia: El pozo, El astillero, Los adioses); Lezama Lima (autor de Paradiso, novela alegórica que retrata el contexto urbano de los criollos burgueses de La Habana); García Márquez (conocido por Cien años de soledad, donde el realismo mágico llega a su madurez total al contar la historia de una familia en un lugar mítico, Macondo. La realidad se funde con el mito, la alegoría de Hispanoamércica y del mundo con el fondo de la soledad y el aislamiento).
3. La narrativa después del boom.
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